jueves, 27 de noviembre de 2008

LOS TEHUELCHES


¿Dónde vivían?

Los tehuelches vivían en tierra del fuego, en la Patagonia de Santa Cruz y Chubut, hasta Tandil.

¿Cómo se alimentaban y con qué?

Los tehuelches cazaban o recolectaban frutos y cazaban

con arco y flecha, boleadoras y con lanza.

¿Cómo eran sus viviendas?

Eran de cuero, toldo y ramas.

¿Eran nómades o sedentarios?

Los tehuelches eran nómades.

¿eran agricultores o cazadores – recolectores?

Los tehuelches eran cazadores y recolectores.

¿Cómo se vestían?

Se vestían con piel de guanaco.

¿Qué hacían los hombres?

Los hombres cazaban guanacos, avestruces y zorros.

¿Cómo se vestían las mujeres?

Las mujeres usaban faldas que iban debajo de los brazos hasta las rodillas.Las envolvían una vuelta y media y el pelo se colocaba adentro.

¿Qué instrumentos utilizaban?

Los tehuelches utilizaban vasijas, lanzas, jarrones, flechas, arcos y boleadoras.

¿Qué artesanías hacían?

Los tehuelches hacían vasijas, lanzas, flechas, jarrones y ropa con la piel de guanaco y ñandú.

¿Cuál era su lenguaje?

Cada grupo de tehuelches tenía un leguaje diferente.

¿Qué creencias tenían?

Pensaban que había un ser supremo y un ser maligno.

¿Cuáles eran sus costumbres?

Una de sus costumbres era la cacería tehuelche.

EL SOPLO DE DIOS
(Leyenda Tehuelche)

Impulsados por los mandatos del destino, fuimos a parar al puesto de un viejo indio, que se decía descendiente de una testa coronada entre suyos. Los caprichos de una maquinaria, que algunos llamaban automóviles pero que no pasaba de ser más que un burrito traga nafta, nos obligó a pasar unos días en el rancho maloliente del cacique, por derecho sucesorio.
Después de mucho trabajar y engrasarse, mi compañero de viaje, a fuerza de alambres y piolines habían hecho andar el motor, que parecía retozar sin acordarse de los muchos kilómetros andados y sufridos.
A la madrugada siguiente debíamos salir.
Al pretender despedirnos, el indio contuvo nuestra partida, diciéndonos:
- Es mejor no salir. He visto pasar el soplo de Dios que anda buscando gente que castigar...
- Y qué es eso del soplo de Dios? - le pregunté.
- Ustedes lo llaman remolino... Pero es Dios que sopla para castigar a los malos...
- ¿Conoce algún caso?-le preguntó mi compañero, que pocas ganas tenía de emprender el
aje.
- ¡A montones!
- ¡Cuéntenos alguno!
- Bueno, pero vayamos a la cocina. Y, entre mate y mate, les contaré la historia que mi abuelo me narró una mañana como esta.
Así lo hicimos. Y el indio nos contó:
Era entonces la época en que los tehuelches reinaban absolutos en la Patagonia. Con el triunfo de sus flechas y lanzas, habían expulsados a los araucanos que, infiltrándose por los pasos de la cordillera, habían fundado tolderías y establecido dominios.
El cacique tehuelche era gallardo y valiente. Su hijo había heredado todas sus bellezas. Por derechos de mando, su esposa era una beldad entre los nuestros - agregó el narrador.
El viejo cacique, reblandecido por los años y las luchas, se enamoró de su nuera.
Ella tomo a broma las ternezas del viejo.
Pero él, cada vez más enamorado, había llegado a concebir el crimen más horrendo: matar a su hijo, a quien, como rival afortunado, odiaba con todas sus fuerzas.
Una mañana, los hombres del toldo fueron a cazar. Cuando un huemul iba a caer bajo los dardos de los buenos arqueros, vieron que el viejo cacique dirigiría su flecha hacia su hijo.
Rápido y certero, Dios sopló para salvar de la infamia a la tribu, y a la tierra de un crimen. Furioso, bajó del Cielo el soplo que envolviéndolo lo elevó para arrojarlo contra las rocas que despedazaron su cráneo.
El soplo de Dios detuvo, aquel día, la mano un hombre, que se encontraba a punto de manchar con su propia sangre la gloria de su vida.
La joven pareja hizo la felicidad de los suyos, y de uno de sus hijos desciendo yo.